Más de 400.000 jóvenes de todo el mundo –principalmente mujeres-  viajan como au pair luego de establecer, con una familia anfitriona en el país de destino, un acuerdo de carácter similar a un contrato profesional pero con cláusulas sutilmente morales. A través de un intercambio de servicios, las au pairs trabajan principalmente cuidando niños en una familia dispuesta a compartir su vida cotidiana y la cultura de su país, mientras se les permite perfeccionar un nuevo lenguaje, ganar un techo y una mesada semanal. En su origen, este programa fue concebido como un intercambio “a la par”, pero hoy en medio del fenómeno global y debido a la ambigüedad acerca del tipo de rol que las au pairs tienen, éstas jóvenes a menudo se tornan en trabajadoras domésticas flexibles y a bajo costo. Por otro lado, algunas candidatas au pair pueden ver esto como parte de una estrategia de migración ya que éste, parece ser un medio accesible para establecerse legalmente en otro país (por largo o corto plazo). Partiendo de la premisa de que la figura de las jóvenes au pair en la sociedad sigue siendo imprecisa en concepto y en práctica y al hecho de que ciertos mecanismos políticos, sociales y económicos promueven desigualdades basadas en la creación de categorías de empleos y de formación fuertemente sexualizadas y etnicizadas que se mantenidas en el espacio doméstico y en el ámbito social, mi trabajo quiere contribuir a replantear lo que significa concretamente ser “au pair”, un programa y una experiencia a la cual palabras como "mercado", "migración" y "trabajo domestico" no son, pero deberían serle asociadas.